El primer libro sobre nutrición emocional para mujeres que quieren sanar de una vez por todas la relación con su cuerpo y ser jodidamente felices desde ya gracias a él.
Ha llegado el momento de echar el freno de mano y reflexionar
Si echas la vista atrás, ¿sabrías decirte cuándo empezó a torcerse tu relación con la comida? ¿Recuerdas cuando pasó de ser un gusto disfrutarla en tu paladar, a ser una puerta de entrada a la ansiedad?
Verás, por mucho que hayas leído y escuchado durante años que el problema es tuyo, que eres una zampabollos y que no hay forma de domarte, eso no tiene nada que ver con la realidad.
Hay unos cuantos factores que no se están teniendo en cuenta cuando esas personas (sin dos dedos de frente, por cierto) lanzan ese tipo de mensajes al aire y sin control ninguno.
No hace falta que te diga que la gordofobia y el pesocentrismo están a la orden del día en esta sociedad y que pretender hacer entender a esas personas que están equivocadas puede ser una batalla perdida.
Pero la buena noticia es que tú sí puedes cambiar de bando.
¿Por qué seguir haciendo caso a un discurso más manido que los chistes de Jaimito, cuando puedes elegir?
¡Y que le den por saco a la báscula!
“Qué fácil decirlo y qué jodido llevarlo a cabo”, estarás pensando.
No me extraña, nos han lavado tanto el cerebro desde pequeñas que nos hemos olvidado de quienes somos: mujeres tan valiosas y preciosas como las que más.
Con más kilos o con menos, eso es lo de menos.
Tu cuerpo, independientemente de su forma, es un puto regalo, buenorra. Que nadie se atreva a decirte lo contrario.
Este libro está escrito con la honestidad más bruta. Desde las entrañas.
No he querido dar lecciones de nada, sino poner sobre la mesa la problemática con la que conviven millones de mujeres alrededor del mundo y con la que nos hacen luz de gas a diario.
No podía quedarme callada.
Por eso aquí te cuento, desde la solidez que aporta la psicología y la verdad de mi propia experiencia y de las mujeres a las que he acompañado, cómo salir del bucle infernal de la culpa y del rechazo por la imagen de tu cuerpo.
Llegó el día en que elegí dejar de vivir esa vida de miércoles que llevaba.
Y fue cuando dejé de lado las dietas, el pensar en las cirugías, el tomarme pastillas para adelgazar y el torturarme en el gimnasio sin motivación ninguna cuando por fin descubrí que había algo más.
Es lo bueno que tiene bajar hasta los infiernos, que solo te queda coger impulso para subir hacia arriba.
Por fin me di cuenta de que mi problema de peso no se atajaba desde la báscula, sino desde otro enfoque diferente.
¿Estás dispuesta a aceptar el reto?
Para estar donde estoy, primero he tenido que recorrer un camino duro de autoconocimiento y “reaprendizaje” de mí misma.
He tenido que entender cuáles son los mecanismos que usa la mente para mantenernos a salvo (según ella) y cómo descodificarlos para darles un nuevo sentido.
Ahora pongo todo ese conocimiento a tu disposición para que tú también puedas aprovecharlo y disfrutar de una santísima vez de tu cuerpo, de la comida y de la vida misma.