¿No soportas más este malestar, pero lo has probado todo y estás más perdida que Adán el Día de la Madre?
No te preocupes, juntas vamos a solucionarlo.
¿No soportas más este malestar, pero lo has probado todo y estás más perdida que Adán el Día de la Madre?
No te preocupes, juntas vamos a solucionarlo.
¿No soportas más este malestar, pero lo has probado todo y estás más perdida que Adán el Día de la Madre?
No te preocupes, juntas vamos a solucionarlo.
Antes de nada, te propongo un planazo
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Ansiedad, comida y culpabilidad, el ciclo sin fin
Poco se habla del comer emocional, ese hábito destructivo que se forja casi sin darte cuenta y que se apodera de todos los momentos de placer relacionados con la comida.
Y es que es obvio que existe una estrecha, y en ocasiones compleja, relación entre las emociones y la comida.
Pero tú eso ya lo sabías, porque tu dinámica diaria es bastante parecida a ésta:
- Si estoy estresada necesito comer dulce...
- Este bajón solo lo salva un buen cubo de chocolate…
- Solo la comida calma mi ansiedad…
- Me meto a la cama pensando en el desayuno…
- He tenido un día de mierda… voy a ver qué hay en la nevera.
¿He dado en el clavo?
Si te escuece, es que sí.
Este comer emocional es lo que te lleva a reforzar cada vez más el mal hábito con el que llenas tu vacío interior, un agujero negro que parece no tener fondo.
Un agujero de incomodidad que se hunde cada vez más en la boca de tu estómago y que te hace sentirte mal contigo y con tu entorno.
Y ya casi ni te reconoces.
La única manera de escapar de esa pesadilla es distraerte mientras te echas algo de comer a la boca.
Pero, ay amiga… la resaca que viene después de eso te va a noquear. Ahora sientes una CULPABILIDAD voraz que no hay quien soporte.
Lo que te decía, el ciclo sin fin.
Comida y más comida que crea un tapón para que tus emociones se queden ahí dentro, quietitas, sin molestar a nadie.
Emociones que llevan ahí años, muy posiblemente desde tu niñez, y a las que todavía no has mirado a la cara.
Emociones que están pidiendo a gritos que te hagas cargo de ellas, porque debajo de toooooda esa mole de incomodidad… estás tú, querida.
Un mujerón como la copa de un pino encarcelada tras montañas de comida basura, dietas, reglas sociales y opiniones no solicitadas.
Y por eso estoy yo aquí.
Porque conozco tú historia y sé cómo ayudarte.
Mi nombre es Ana, y yo también he vivido inmersa en esa misma pesadilla
¡Hola! Por fin nos conocemos.
Soy Ana, psicoterapeuta especializada en nutrición emocional (colegiada M-40139).
Empecé en este camino porque me sentía sola, perdida, con una depresión tras perder a mis padres y con una situación personal y laboral delicada.
Además me acababa de mudar a Noruega, el país más triste del mundo mundial.
No era feliz, pero a diario tenía que seguir haciendo frente a LA VIDA.
La pareja, los niños (soy madre de tres chicos guapísimos), el trabajo, la casa… y todo eso mientras dejaba de lado lo más importante: yo misma.
No me dedicaba ni un minuto a mí, a verme en el espejo, a hablarme bien, a cuidarme.
Eso me llevó a tomar la comida como una vía de escape en la que volcar todas mis frustraciones.
Ahora veo claramente que lo llevaba haciendo toda la vida.
Es habitual que, quienes tenemos una mala relación con la comida, lo arrastremos desde la niñez
En mi caso, me desarrollé muy pronto y me salieron unas buenas tetorras… mientras todas mis amigas aún no se habían desarrollado o eran planas.
Así que, con esa sutileza que caracteriza a los niños, en el cole empezaron a llamarme “tetona”.
Qué ironía, todo el mundo queriendo ponerse más y yo dando la vida por quitármelas. Justo ahí fue cuando comencé a odiar mi cuerpo.
Menos mal que mi madre era una tía estupenda y se la “repampinflaba” el aspecto que yo tuviera, jamás me puso a dieta ni nada por el estilo.
Pero para mí eso no era suficiente, porque yo en el espejo veía a una chica con forma rectangular, con tripa y con unas lolas enormes.
No era normativa, y eso me hizo inevitablemente compararme con las demás, como si yo hubiera salido defectuosa de fábrica.
Soñaba con despertarme en el cuerpo de Claudia Schiffer, pero en su lugar, cada año que pasaba dejaba de mirarme para así no chocar de frente con la realidad:
Mi cuerpo es el que es y estará conmigo toda la vida.
Pero, después de años de lucha interna y de desamor conmigo misma, comprendí algo…
Yo era la única persona que podía salvarme
Y eso hice.
Busqué ayuda para salir de ese ciclo sin fin del que te hablaba arriba y entendí que mi relación con la comida iba mucho más allá de la alimentación.
Por eso estudié psicología y me especialicé en nutrición emocional, primero para transformarme yo y después para ayudarte a ti.
Ahora veo con claridad lo qué hay detrás de ese comer emocional y sé cómo modificarlo sin obligación de dietas ni matadas en el gimnasio día sí y día también.
He dado un paso más allá y la primera premisa que persigo es que aprendas a sentirte bien contigo misma, independientemente del peso que marque la báscula.
Me enfoco en que, cuando terminemos de trabajar juntas, te mires al espejo y digas…
¡Joder, qué buena estoy!
Por eso he creado un programa de 12 semanas pensado para cogerte de la mano y que juntas alcancemos eso que tanto ansías: la paz de sentirte bien en tu cuerpo.
Eso solo puede tener consecuencias positivas, porque si estás bien contigo estarás bien con todo lo que te rodea.
Desprenderás buen rollo allá por dónde vayas y no habrá quién se resista a preguntarte qué carajo has hecho para estar así de estupenda, tanto por dentro como por fuera.
¿Quieres saber más sobre cómo puedo ayudarte?
Dale al botón amarillo y… que empiece el baile.
No solo es una excelente profesional que se encuentra en constante formación, sino que principalmente es un ser excepcional, que te acompaña sin juzgar, con una gran dulzura y empatía. Tiene la capacidad de hacer sentir cómodos a sus clientes y a la vez orientarlos a conseguir sus objetivos.
Estoy más que feliz de haberla conocido y satisfecha con los logros alcanzados en el tiempo que hemos trabajado juntas y siento que sigo contando con su contención en caso de que en algún momento la vuelva a necesitar.
No duden en contactarla en caso de estar pasando un momento difícil, ella sabrá orientarlos y ayudarlos a escoger el mejor camino.
Hemos definido el objetivo, me ha mostrado las estrategias para enfrentarme a los imprevistos y desarrollar las habilidades con un plan de acción y, lo más sorprendente, disfrutar en el camino.Ana es un DIAMANTE que brilla en la oscuridad y te impregna de luz con su inmenso amor, seguridad, profesionalidad, intuición, sensibilidad, energía y su gran dedicación, más allá de las sesiones siempre ha estado a mi lado, presente en todos los momentos difíciles.
En mi vida ha habido un antes y un después de conocerla. Los sueños están ahí, solo tienes que dejarte llevar de la mano de Ana, no te arrepentirás.
Os la recomiendo porque sé que con toda certeza cambiará vuestra vida y después de conocerla solo tendrás palabras de agradecimiento como yo. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS ANA por ser tan especial.
Tengo buenas noticias para ti
Apuntándote a mi Club de Buenorras recibirás GRATIS cartas de inspiración escritas por mí que irán haciendo mella en tu subconsciente y que te abrirán la puerta a una realidad que hasta ahora creías que no existía.
Lo de que no eres capaz de controlar tu peso y tu vida es mentira, y te lo demuestro dentro.
¿Te apuntas?