Buenorra, imagínate esto: estás sentada en una cafetería acogedora, tomando un café con una amiga. Habláis de la vida, de los desafíos que os encontráis a diario y, por supuesto, de la dieta que tienes que hacer por todos esos “kilos que te sobran” y por los que te ves horrible delante del espejo.
A ver.
Si has crecido entre los 70 y los 90 es posible que hayas estado toda la vida a dieta, y también es probable que esta conversación de la cafetería te suene familiar.
Por eso hoy quiero compartir contigo algunas ideas sobre cómo gestionar las relaciones sociales mientras transformas tu relación con la comida y, más importante aún, contigo misma.
Porque la comida también es algo social, y si estamos en pleno cambio de perspectiva y reaprendiendo qué papel tiene ésta en nuestra vida, esto nos afecta directamente a cómo nos relacionamos con los demás y cómo nos sentimos al reconocer que nos preocupamos genuinamente por nuestro bienestar a todos los niveles (no solo físico, sino también emocional).
Así que, quédate conmigo y te cuento cómo puedes enfocar esta transformación mientras te sientes cómoda compartiéndola con tu entorno.
¿Cuál es la raíz del problema en nuestra relación con la comida?
Lo primero que debemos reconocer es que la comida y la sociedad no son los verdaderos enemigos aquí. El verdadero problema radica en cómo nos vemos a nosotras mismas y cómo hemos manejado nuestras emociones a través de la comida hasta ahora.
Este es un tema bien profundo, ¿verdad? Pero es muy necesario ponerlo sobre la mesa.
Te lo digo porque, una vez hecho el clic en tu cabeza, empezarás a ver cositas a tu alrededor que antes no veías, como por ejemplo: que tu amiga cada vez que tiene una discusión con sus hijos necesita comer en exceso; que cuando te viene un recuerdo triste, te apetece chocolate; que en una reunión familiar, tu abuela o tu madre pecaban de llenarte el plato demasiado o, en el lado opuesto, intentaban que no comieras postre.
Piénsalo.
La comida es una gran piedra angular para las relaciones sociales. Por eso, cuando decides tomar el control y salirte del redil, poniendo más atención a cómo te alimentas, por qué y cuándo, te empieza a costar compatibilizarlo con las costumbres sociales que tenías hasta ahora.
Por otro lado, nuestras creencias internas sobre nosotras mismas tienen un impacto directo en cómo interactuamos con los demás. Si siempre has creído que necesitas cambiar tu apariencia para ser aceptada, es probable que estas creencias hayan influido en tus relaciones sociales.
Cambiar estas creencias es liberador, pero también muy desafiante. Para conseguirlo, te propongo:
#1. Autoconciencia y reflexión
El primer paso para cualquier transformación es la autoconciencia. Tómate un tiempo para reflexionar sobre tus patrones de pensamiento y comportamiento.
¿Cuánto recurres a la comida para manejar tus emociones? ¿Cómo te sientes acerca de tu cuerpo en esos momentos?
Llevar un diario puede ser una herramienta útil para identificar estos patrones. No tiene por qué ser físico, también puedes utilizar las notas de tu móvil. Así no tendrás excusa para no hacer un seguimiento real de lo que te ocurre en estos momentos duda, estrés o tristeza.
#2. Comunicación abierta
Hablar de estos temas con las personas cercanas a ti puede ser muy beneficioso. Compartir tus luchas y tus objetivos de transformación con amigos y familiares les ayudará a entender tu situación y a ofrecerte el apoyo que necesitas.
A veces, una simple conversación puede abrir puertas a la comprensión y al apoyo mutuo.
Hablar con honestidad sobre cómo te sientes, sobre qué te cuesta gestionar y pedir comprensión por su parte para que, en momentos en los que estéis juntos, te puedas sentir cómoda, es indispensable.
#3. Establecer límites
Es importantísimo aprender a poner límites, especialmente cuando estás en el proceso de cambiar tu relación con la comida y tu autoconcepto.
Esto puede significar decir “no” a ciertas invitaciones sociales que te hagan sentir incómoda o que te pongan en situaciones difíciles respecto a la comida. No te sientas culpable por priorizar tu bienestar.
Y ten en cuenta algo: si por elegirte a ti, pierdes personas por el camino, eso quiere decir que esa relación no te merecía. Es duro de asumir al principio, pero todo cambio implica un pequeño sacrificio.
#4. Busca apoyo
Rodéate de personas que te apoyen y te comprendan. Esto puede incluir amigos, familiares o incluso grupos de apoyo.
Encontrar grupos de personas que estén pasando por lo mismo puede ser increíblemente alentador y te puedes ofrecer nuevas perspectivas y estrategias.
Por ejemplo, mi programa grupal “¡Qué Buena Estoy!” es un lugar idóneo para rodearte de personas que están en el mismo momento vital que tú o ya han pasado por él. Incluso habrá algunas de ellas que vayan un pasito por detrás de ti y a las que puedas ayudar con tu experiencia.
¿No te parece un oasis?
#5. Redefinir relaciones
A medida que cambias, es posible que algunas relaciones necesiten ser redefinidas. Eso quiere decir que algunas amistades no podrán sobrevivir a este proceso, como te decía un poco más arriba, y eso está bien.
Las relaciones saludables son aquellas que te aportan y te aceptan tal como es, no las que te hacen sentir de menos, incómoda o fuera de lugar.
Mejora tus relaciones sociales mientras transformas tu relación con la comida y tu autoconcepto siguiendo estos pasos
Planificar con antelación puede hacer una gran diferencia cuando estás transformando tu relación con la comida y asistiendo a eventos sociales.
La clave es anticiparte a las situaciones y preparar estrategias que te permitan sentirte cómoda y en control. Aquí te dejo algunos consejos prácticos para que te sientas más segura y relajada en estas ocasiones.
- Comer algo saludable antes de salir: una estrategia muy útil es comer algo saludable antes de salir de casa. Esto te ayudará a no llegar con demasiada hambre al evento, lo que puede hacer que sea más difícil tomar decisiones conscientes sobre la comida.
- Llevar un plato que te haga sentir bien: si el evento es una comida compartida, como una barbacoa o una cena tipo buffet, ofrecerte a llevar un plato puede ser una excelente opción. De esta manera, te aseguras de que habrá al menos una opción que te haga sentir bien y alineada con tus objetivos de alimentación.
- Practica decir “no, gracias” de manera asertiva: en eventos sociales, es común que te ofrezcan comida o bebida que prefieres evitar. Practicar cómo decir “no, gracias” de manera asertiva puede ayudarte a mantenerte firme en tus decisiones sin sentirte culpable o incómoda.
- Planifica el momento de comer: otro aspecto importante es decidir cuándo comerás durante el evento. Si sabes que habrá un momento específico para la comida, puedes planificar tus comidas del día en torno a eso. Esto te ayudará a evitar llegar al evento con demasiada hambre o haber comido en exceso antes de llegar.
- Mantenerte hidratada: la deshidratación a veces puede ser confundida con hambre. Asegúrate de beber suficiente agua antes y durante el evento. Llevar contigo una botella de agua puede ser una buena manera de mantenerte hidratada. Esto no solo te ayudará a sentirte mejor físicamente, sino que también puede ayudarte a controlar mejor tus impulsos de comer.
- Conectar con el propósito del evento: recuerda que los eventos sociales son más que comida. Enfócate en el verdadero propósito del evento: pasar tiempo con tus seres queridos, divertirte y crear recuerdos. Participa en conversaciones, juegos o cualquier actividad que se esté realizando. Al poner tu atención en disfrutar la compañía y el momento, es menos probable que la comida se convierta en el centro de tu atención.
- Plan de salida: a veces, lo más difícil de los eventos sociales es saber cuándo es el momento adecuado para irte, especialmente si sientes que estás siendo presionada a comer o beber más de lo que te sientes cómoda. Ten un plan de salida en mente. Esto puede ser tan simple como tener una excusa educada lista, como que tienes un compromiso temprano al día siguiente. No sientas que necesitas quedarte más tiempo del que te sientas cómoda.
- Reflexiona después del evento: después de cada evento, tómate un tiempo para reflexionar sobre cómo te sentiste y qué podrías hacer diferente la próxima vez. Esto te ayudará a ajustar tus estrategias y mejorar con cada experiencia. Algunas preguntas que podrías hacerte son:
- ¿Qué funcionó bien?
- ¿Qué desafíos enfrenté?
- ¿Cómo me sentí emocionalmente durante y después del evento?
- ¿Qué puedo hacer diferente la próxima vez?
Como conclusión final, transforma tu relación con la comida y con tu autoconcepto es un viaje profundo y personal. A lo largo de este proceso, gestionar tus relaciones sociales puede ser un desafío, pero con una comunicación adecuada, poniendo límites y buscando apoyo en entornos saludables, podrás surfear estos cambios de una manera muy bonita.
Recuerda que este es tu viaje y que tienes el poder de crear una vida donde te sientas bien contigo misma, tanto por dentro como por fuera.
Así que, buenorra, la próxima vez que estés tomando café en una linda terraza, espero que puedas celebrar los pequeños y los grandes logros que has ido dando hacia una relación más saludable y amorosa contigo misma.
¡Salud por eso!
Si quieres empezar a conocerte un poquito mejor y así saber por dónde empezar, haz este test y en unos minutos tendrás el resultado en tu bandeja de entrada.
Espero que este post te haya servido para abrir boca, buenorra.
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¡Hasta pronto!