Hablemos de la microbiota.

Te pongo en contexto, buenorra. Lo que una vez se consideró simplemente bacterias en nuestro tracto digestivo, ahora se sabe que es un ecosistema complejo que puede influir en nuestra mente tanto como en nuestro cuerpo.

En los últimos años, la ciencia ha descubierto el vínculo tan brutal que existe entre la microbiota intestinal y la salud mental. Por eso últimamente los expertos en nutrición y todos los profesionales de la salud que están actualizados, como los psicólogos (entre los que me incluyo) están hablando mucho la importancia de mantener en equilibrio el segundo cerebro del cuerpo humano. 

A día de hoy se sabe la influencia que tiene este órgano en nuestro estado anímico, por eso he creído importante dedicarle un artículo. 

Si estás dispuesta a generar un impacto positivo en tu vida y en tu bienestar gracias a cuidar y respetar tu cuerpo, primero debes comprender cómo se comporta.

Venga, empecemos por el principio.

¿Qué es la microbiota intestinal?

Voy a intentar hacerte la definición de la microbiota lo más digerible posible, buenorra (guiño-guiño).

La microbiota intestinal (es posible que te suene más lo de “flora intestinal” por los anuncios de Actimel en la tele), se refiere a las comunidades de microorganismos que habitan en nuestros intestinos.

Estas comunidades están compuestas principalmente por bacterias, pero también incluyen virus, hongos y otros microorganismos. Y aunque puede parecer desagradable pensar en billones de bacterias en nuestros intestinos, estas pequeñas criaturas juegan un papel vital en nuestra salud.

Por ejemplo, hay estudios que han demostrado la conexión entre lo que sucede en nuestros intestinos y cómo nos sentimos emocionalmente. Porque, como la microbiota intestinal está en constante comunicación con nuestro cerebro, puede incluir en cosas como la apatía, la ansiedad o incluso trastornos como la depresión. Ojito cuidado.

Y no solo eso.

También influye en nuestro peso. Sí, sí… lo que lees. Al parecer, la composición de la microbiota puede afectar a cómo nuestro cuerpo absorbe los nutrientes. Y esta información es un bombazo, porque puede tener un impacto muy significativo en aquellas personas que tendemos a ganar peso.

Pero escúchame (o más bien, léeme bien), independientemente del peso, que ya sabes que eso es lo de menos para sentirte bien contigo misma, no te imaginas la de enfermedades que se están relacionando con el estado de la microbiota intestinal. Desde enfermedades inflamatorias hasta otras autoinmunes (enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, artritis reumatoide, diabetes tipo 1, esclerosis múltiple…).

Es increíble cómo algo tan pequeño como estas colonias de bichitos intestinales puedan tener tanto impacto en nuestra salud en general.

La buena noticia es que los investigadores especializados en este tema ya se están poniéndose las pilas para modificar nuestra microbiota y ayudar a tratar todos estos contratiempos. Están probando con probióticos, prebióticos e incluso con implantes fecales. Parece un poco desagradable, lo sé, pero si puede ayudar, ¿por qué no hacerlo?

Pero ahora, vamos a lo que realmente nos interesa.

¿Cómo afecta exactamente la microbiota a tu salud mental?

Resulta que estas bacterias no solo están en el intestino para ayudarnos a digerir la comida, sino que también tienen un gran impacto en cómo nos sentimos emocionalmente. Esto es así porque nuestro intestino tiene su propio sistema nervioso (llamado sistema nervioso entérico) y está en constante comunicación con nuestro cerebro. 

Hay una conexión directa entre nuestros intestinos y nuestra mente. Y esta conexión tiene un papel clave a la hora de regular nuestra ansiedad y estrés.

¿Por qué?

Porque las bacterias intestinales pueden producir neurotransmisores, como la serotonina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA), que son sustancias químicas que juegan un papel protagonista en la regulación de nuestro estado de ánimo. 

Pero eso no es todo.

También resulta que, como te decía un poquito más arriba, la microbiota intestinal puede influir en la inflamación y la respuesta inmunológica de nuestro cuerpo. ¿Y eso qué tiene que ver con nuestra salud mental? Pues que se ha demostrado que la inflamación crónica está relacionada con trastornos del estado de ánimo en general.

Así que, si nuestras bacterias intestinales están desequilibradas, eso podría contribuir a la inflamación y, por lo tanto, afectar negativamente a nuestra salud mental.

Es posible que te estés preguntando si esto es algo que está respaldado por la ciencia, y no me extraña, no paran de publicarse noticias randon sobre salud y algunas sin base científica. Pero en este caso sí, buenorra. Hay estudios que respaldan la conexión intestino-cerebro y demuestran que nuestra salud mental está en juego.

Uno de los estudios más significativos y citados que demuestra esto que te estoy contando fue publicado en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences” en 2011. Este estudio fue hecho con ratones (ya… pobrecitos). Pero estos ratoncitos, que no tenían microbiota intestinal, mostraron cambios en el comportamiento a peor. Es decir, que tenían niveles más altos de ansiedad y depresión en comparación con los ratones con una microbiota intestinal normal. Además, pudieron comprobar cómo la restauración de una microbiota normal revirtió estos efectos.

Pero no solo hay estudios con ratones, sino también con humanos. 

Por ejemplo, un estudio publicado en la revista “Psychopharmacology” en 2015 encontró que la administración de probióticos mejoró los síntomas de depresión en pacientes con depresión leve a moderada. También, otro estudio publicado en la revista “Gastroenterology” en 2017 encontró que los pacientes con síntomas de depresión tenían una composición diferente de la microbiota intestinal en comparación con los controles sanos.

¿Cómo se puede mejorar la salud mental a través de la microbiota intestinal?

Mejorar la salud mental a través de la microbiota es como cuidar de un jardín: necesitas nutrirlo y mantenerlo equilibrado para que florezca. ¿Y cómo puedes tú hacer eso?, te estarás preguntando.

Lo primero, obviamente, es la calidad de los alimentos que metas en tu sistema digestivo. Es lógico. Alimentar a tus bacterias intestinales con alimentos ricos en fibra, como frutas verduras y granos enteros, es como darles un festín. Este tipo de alimentos ayudan a que las bacterias buenas florezcan y a mantener un equilibrio saludable en la microbiota.

Por un lado están los probióticos, que actúan como refuerzo para la comunidad bacteriana. Puedes encontrarlos en alimentos fermentados como el yogur, el chucrut o el kéfir, o en forma de suplementos. Yo te animo a que los incluyas en tu dieta porque pueden ayudar a repoblar y mantener un equilibrio saludable en tu microbiota intestinal.

Y, por otro lado, los prebióticos, que son también otros aliados importantes. Son como el alimento favorito de nuestras queridas bacterias. Básicamente, son fibras no digeribles que pasan a través del sistema digestivo y sirven como alimento para las bacterias buenas. Puedes encontrarlos en las cebollas, los espárragos, los plátanos y la avena, por ejemplo.

Pero además de la dieta, hay otros trucos que puedes probar.

Reducir el estrés y dormir lo suficiente también puede tener un gran impacto en la salud de tu microbiota intestinal y, por lo tanto, en tu salud mental. Como te he contado, el estrés crónico puede alterar la microbiota, así que encontrar formas de reducirlo (ya sea a través de una meditación, el ejercicio o simplemente tomándote tiempo para descansar) puede ser muy beneficioso.

Y, por supuesto, si estás experimentando problemas de salud mental a día de hoy, es importante que busques ayuda profesional. Te cuento cómo a continuación.

Un enfoque integral marca la diferencia en cómo te sientes

En mi programa “¡Qué Buena Estoy!” justamente encontrarás esto, porque allí se abordan tanto tus necesidades emocionales como las de tu salud en general.

Si algo he aprendido desde que yo misma salí del pozo de la depresión, es que no hay nada que puedas aplicar para mejorar que funcione por sí solo. Es el conjunto de diferentes factores lo que hace que consigas el equilibrio entre cómo te sientes por dentro y por fuera, sin ninguna duda. 

Desde que acompaño a otras mujeres a recorrer este camino de transformación personal, me he dado cuenta de que la dieta, tal y como la conocemos por su mala fama, no tiene ningún peso en la percepción que tengamos cada una de nuestra apariencia. Pero lo que sí influye es la calidad de la gasolina (de los nutrientes) que ingerimos, y en cómo lo hacemos. 

Por eso tiendo un puente entre emociones y nutrición, porque es la forma holística de entender que todo tiene su papel clave en el proceso y que una cosa sin la otra se queda coja. 

Para que tú también lo puedas comprobar, te dejo aquí un pequeño test donde verás qué tipo de comedora eres y qué es lo que puede estar fallando para que no te sientas tan bien como te mereces. 

>> Para hacer el test es aquí <<

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Y si tienes sugerencias, dudas o alguna aportación interesante que hacerme al respecto, te leo en comentarios.

¡Hasta pronto!