¡Relájate y come feliz! 10 consejos infalibles para sobrevivir a la recta final del año.

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Toca hablar de gestión del estrés y, concretamente, de la gestión del estrés durante estos últimos meses del año. 

¿Por qué? Porque, aunque los datos que se conocen sobre el estrés y la ansiedad pueden variar mucho según la región, el grupo demográfico y las circunstancias de cada uno, he observado bastantes puntos en común en mis sesiones de psicología con pacientes y, adivina qué: la ansiedad en la temporada de fin de año aumenta considerablemente.

En este artículo voy a contarte por qué sucede esto, cuáles son los factores que favorecen ese estrés extra y te voy a dar 10 consejos que funcionan para gestionarlo (pero solamente si los aplicas, ya sabes).

El tema de este mes en el blog surgió tras tener una sesión con Clara en mi programa “¡Qué buena estoy!”.

Clara es una mujer como muchas de nosotras, que durante años luchó con por mejorar su relación con la comida y con su cuerpo. Para ella, estos últimos meses del año suelen ser un auténtico calvario. Son sinónimo de estrés, culpas y excesos.

Pero eso no solo ocurre por las fiestas de navidad, de las que te hablaré en próximos post, sino también por el aumento de trabajo después de las vacaciones de verano, los excesos de alcohol y comida que van de la mano de la socialización y la culpabilidad de ver que este año tampoco ha cumplido con su propósito de perder peso y parecerse a la Barbie Malibú.

Todo esto le hace sentir mucho estrés y le empuja a comer para calmar su ansiedad.

A menudo llega al final de su día con un hambre voraz debido a pasarse el día saltándose comidas para compensar o por dedicarle ese tiempo extra al trabajo, y eso le hace sentirse atrapada en un ciclo interminable de atracones y remordimientos, que solo hace que su relación con la comida empeore más y más.

Sin embargo, este año (y gracias al programa del que te hablaré al final del artículo), Clara ha decidido hacer un cambio.

Se ha dado cuenta de que no puede seguir permitiendo que el estrés controle su relación con la comida y ha decido coger ella el volante, quitando de ese puesto a su ansiedad.

Su plan de acción se basa en estos 10 consejos infalibles para sobrevivir a la recta final del año: 

Haz una lista de “comfort foods”

Sí, lo que lees. Coge un papel y un boli y haz una lista de esos alimentos que te hacen sentir como en casa. Ya sabes, esos platitos que te teletransportan a tu niñez o te hacen sentir reconfortada.

Clara eligió la lasaña de su abuela y la tarta de chocolate de su madre y, una vez a la semana, cuando sentía que necesitaba desfogar y relajarse ante el plato de comida, se preparaba este menú. 

A este tipo de comida se la conoce como comida emocional, y es aquella con la que te permites sentirte acogida, abrazada, a gusto. Pero ojo, esto no es una excusa para dejar entrar el azúcar o los ultraprocesados sin control a tu nevera. 

Entiendo que eres una mujer adulta y que tienes claro que tu bienestar emocional también depende de cuidar de tu alimentación para que sea lo más nutritiva y energética posible.

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Escucha a tu cuerpo

Este consejo puede sonarte un poco a cliché, pero es vital. Cuando te sientes estresada, es fácil perder la conexión con tu cuerpo. 

Recuerda que comer en exceso o saltarte comidas solo empeora la situación.

Por eso es imprescindible aprender a escuchar a tu cuerpo, comer cuando tengas hambre real y detenerte cuando estés satisfecha. Te aconsejo que te propongas cada día disfrutar del desayuno, del ratito de la comida y del momento de la cena, cuando toca desconectar de todo lo demás. Como si comer fuese todo un ritual para ti.

Juega a identificar los sabores en tu paladar, a reconocer las texturas y a disfrutar de cada bocado. Observa cómo tu cuerpo se calma al recibir ese alimento y pregúntale, con calma, si quiere más o si ya tiene suficiente. 

El cuerpo nos habla mucho más de lo que creemos.

Clara me contó que mientras preparaba una cena para un encuentro con amigos, sintió una fuerte necesidad de comer dulce para aliviar su ansiedad. Pero, antes de caer en la tentación, se detuvo y respiró profundamente. 

Se preguntó si realmente tenía hambre o si solo estaba estresada, y esa pausa le dio el tiempo necesario para conectar con su cuerpo y para tomar una decisión consciente.

No te castigues por disfrutar

¿Comiste de más ayer tras una mañana de reuniones? ¡No pasa nada! El estrés puede llevarnos a exagerar en la autocrítica. En lugar de eso, reconoce que todos cometemos excesos de vez en cuando y sigue adelante.

El ser consciente de tu alimentación y el mejorar tu relación con la comida no quiere decir que haya momentos en los que tu determinación flaquee. Tú ya eres una persona disciplinada o, al menos, estás dando pasos hacia esa dirección, pero el permitirse ser flexible en ciertas ocasiones también te dará alivio y no pasa absolutamente nada.

El objetivo real de todo esto es no sentir enfado contigo misma y entrar en un bucle autodestructivo. 

Carla, en la misma cena que te contaba en el punto anterior, se sirvió una porción de tarta de queso que, en el pasado, habría considerado un pecado. Pero, esta vez, se dio el permiso para disfrutarlo sin culpa. 

Se dio cuenta de que negarse a saborear las delicias de la vida solo la hacía más miserable, y de que no había razón para castigarse por disfrutar de un buen postre.

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Mantén la moderación en mente

Durante los últimos tres meses del año (octubre, noviembre y diciembre) hay una abundancia de festividades que van de la mano de encuentros familiares y sociales. Eso quiere decir que te verás expuesta en más de una ocasión ante un exceso de comida.

Recuerda que el equilibrio es la clave.

Si sabes que habrá reuniones donde la comida será la protagonista, intenta meditar las cantidades que entran en tu plato y recordar el segundo consejo de esta lista: escucha tu cuerpo.

No corras, no comas con los ojos. Disfruta de la comida hasta que estés saciada. Puedes disfrutar igual de toda esa comida deliciosa desde la moderación.

Encuentra formas saludables para liberar el estrés

En lugar de recurrir a la comida como escape, busca otras formas saludables de liberar el estrés. El yoga, la meditación, dar un paseo al aire libre o incluso hablar con una amiga de confianza son excelentes opciones.

Claro solía comer compulsivamente cuando se estresaba por el pico de trabajo de estos meses. Además, teletrabaja y no paraba de dar viajes a la cocina durante todo el día. 

Pero después de implementar una rutina de ejercicios y meditación (paraba para meditar 2 o 3 veces durante su jornada, durante unos 10 minutos), ha encontrado una nueva manera de lidiar con el estrés.

¡Todo es querer y ponerse!

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Planifica tus comidas y evita el hambre extrema

Cuando te encuentras con un apetito voraz debido al estrés, es más probable que tomes decisiones alimenticias impulsivas. 

Planificar tus comidas y tener refrigerios saludables a mano puede ayudarte a evitar caer en la tentación de devorar un paquete entero de galletas o de donuts, como me pasaba a mí en su día.

Tanto si trabajas fuera como dentro de casa, te recomiendo que tengas lista las comidas de ese día. Prepara con antelación los tuppers que se corresponden sobre todo con la comida y con la cena, y de esta forma no tendrás opción de perderte en los pensamientos de “¿y si pido algo?” o “me preparo algo rápido y listo”, porque eso acaba siendo sinónimo de exceso y, más tarde, de culpabilidad.

Comparte la carga

No estás sola en esto. 

Habla con tus amigas o seres queridos sobre tus preocupaciones y busca apoyo emocional. Compartir tus sentimientos te ayudará a aliviar el estrés y a recordar que no estás sola en este viaje hacia una relación más saludable con la comida.

Clara, a través de una comunidad en redes sociales, encontró a una persona con la que se entendía muy bien y acabaron siendo amigas. Laura es su nombre. Ambas se dieron cuenta de que compartían las mismas inseguridades y ansiedades, y comenzaron a apoyarse mutuamente. 

Eso les ayudó a ambas a aliviar el peso emocional y les recordó que no estaban solas.

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Disfruta del proceso, no solo del resultado

Es fácil enfocarse en la báscula y los números, especialmente cuando tenemos en mente un objetivo de peso para alguna festividad en concreto, como pueden ser las navidades.

Pero recuerda que tu relación con la comida depende solo de ti, que tu talla no habla de quien eres y que tu imagen solo importa tanto como realmente tú quieras que lo haga. 

Te recomiendo que pongas el foco en ti, en tus emociones y en tu autocuidado. A poder ser, deja de lado esas cuentas de redes sociales que muestran cambios radicales o a mujeres perfectas constantemente, eso solo perpetuará el que sigas atrapada en ese bucle de pensamientos que te hablan de no ser perfecta o de no merecer una vida feliz.

El mayor reto es trabajar en la visión que tienes de ti misma, y para eso hay que dejar de lado la visión sesgada que pueden tener los demás, porque no aporta nada.

Sé amable contigo misma

La autocompasión es clave. Trátate con la misma amabilidad y compasión que tratarías a una amiga en momentos de estrés.

No te exijas la perfección. 

Busca el progreso y celebra tus pequeños logros en el camino. Y no, no me refiero a lo que marque la báscula o a entrar en una talla o dos menos de pantalón (si eso es lo que persigues, también estará celebrarlo). Me estoy refiriendo más a progresos internos, donde la exigencia, la culpabilidad y el castigo dejen de ser los protagonistas.

Un buen trabajo sobre tu autoestima aquí es vital para poder disfrutar realmente del proceso a pesar del estrés puntual de estos momentos.

Recuerda que tu relación con la comida es un viaje a largo plazo.

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Busca apoyo profesional

Si sientes que tu relación con la comida y el estrés están fuera de control, es momento de actuar. No hay nada malo en pedir ayuda cuando la necesitas. 

En mi programa de acompañamiento de 12 semanas “¡Qué buena estoy!” trabajamos profundamente sobre los hábitos, las creencias limitantes, la mentalidad y la autoestima. Es un proceso duro, no pretendo engañarte, pero es un catalizador para reencontrarte (por fin) contigo misma.

Además, mientras estemos trabajando juntas, podrás ir aplicando lo aprendido en tu día a día, al igual que está haciendo Clara, e ir encontrando la manera de adaptarte a tu nueva realidad.

Una realidad donde al mirarte al espejo solo puedas pensar “¡Qué buena estoy!”

Haciendo clic en el enlace tendrás toda la información que necesitas para saber tanto si este programa es para ti, como si yo soy la profesional con la que quieres ir de la mano en este viaje.

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Ana Morales, psicoterapeuta especializada en nutrición emocional.

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Soy Ana Morales, psicoterapeuta especializada en nutrición emocional. En este blog encontrarás historias, reflexiones, herramientas y “empujones de realidad” que te ayudarán a ver la vida con otras gafas. Unas gafas bien brillantes, hecha a tu medida, que te permitirán disfrutar de aquello que hoy es para ti un calvario: tu cuerpo.

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Soy Ana Morales, psicóloga y coach nutriemocional. En este blog encontrarás historias, reflexiones, herramientas y “empujones de realidad” que te ayudarán a ver la vida con otras gafas. Unas gafas bien brillantes, hecha a tu medida, que te permitirán disfrutar de aquello que hoy es para ti un calvario: tu cuerpo.

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