Bienvenida de nuevo a este blog en el que se tratan temas relacionados con la aceptación corporal, el autoamor, la autoestima y la reconciliación con la comida (entre tantas otras cosas).
En este artículo te voy a hablar sobre la tan polémica gordofobia, un tema fundamental que merece una reflexión profunda.
Ya estaba tardando en abrir este melón, ¿verdad?
Pero es que, en una cultura obsesionada con la apariencia física y los estándares de belleza poco realistas, la gordofobia se ha convertido en un problema desafiante que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Desde la discriminación en el lugar de trabajo, hasta la estigmatización en los medios de comunicación, las personas con sobrepeso u obesidad sufren, literalmente, acoso y derribo.
Estas personas se enfrentan continuamente a barreras y prejuicios sociales que afectan a su bienestar emocional y físico.
Por eso, hoy quiero que exploremos juntas en qué consiste la gordofobia y cómo se manifiesta en diferentes aspectos de la vida cotidiana de una persona que no representa el cánon estético que persigue la sociedad.
Y, más allá de eso, voy a enfocarme en cómo combatirla para promover una cultura de aceptación y respeto hacia todos los cuerpos.
Es fundamental entender que cada persona es única y merece ser tratada con dignidad, independientemente de su peso o su tamaño corporal.
Estoy segura de que juntas desafiaremos los estereotipos dañinos y construiremos un mundo donde cada persona se sienta valorada y amada.
¿Me acompañas en este viaje?
¿Qué es la gordofobia?
La gordofobia es un término que se utiliza para describir la discriminación, el prejuicio y la estigmatización hacia las personas con sobrepeso u obesidad.
O sea, que se trata de una forma de discriminación basada en la apariencia física y se manifiesta de diversas formas:
- Comentarios despectivos.
- Burlas.
- Chistes ofensivos.
- Exclusión social.
- Acoso.
- Y estereotipos negativos asociados con el peso corporal.
No te lo vas a creer, pero esos “adjetivos cariñosos” que se supone que se dicen sin maldad (como gordita, rellenita o entradita en carnes) también son parte activa de la gordofobia, pero nos parecen inofensivos porque se han naturalizado y normalizado.
La gordofobia puede ser tanto explícita como implícita en la sociedad y puede manifestarse en varios ámbitos: en el laboral, en el educativo, en el de la atención médica, en los medios de comunicación y en la vida cotidiana en general.
Te puedes imaginar el bombardeo continuo que supone esto.
¿Y en qué se traduce?
En problemas de autoestima y de salud mental por culpa de esta marginación y discriminación.
Dicho así parece moco de pavo pero, en realidad, es un estigma que impide acceder a oportunidades y servicios como cualquier otra persona que no represente estas condiciones físicas.
Es decir, que este es un problema serio.
Por eso, para la lucha contra la gordofobia, ha de promoverse la cultura del respeto hacia todos los cuerpos y erradicar los prejuicios y estereotipos negativos asociados con la apariencia física desde la infancia.
¿Y qué pasa con los adultos?
Que tenemos que hacer un doble esfuerzo.
El primer esfuerzo es reconocer que TODOS actuamos como agentes de cambio y debemos estar alerta para detectar posibles situaciones en las que la gordofobia se camufle como comentarios sin maldad o chistes fáciles.
El segundo, empezar a aceptar nuestros propios cuerpos y sentirnos en paz con ello.
La aceptación corporal y la valoración de la diversidad corporal son fundamentales para construir una sociedad más inclusiva y justa, ¿no te parece?
Así que…
¿Cómo combatir la gordofobia como sociedad? 8 tips esenciales
El famoso movimiento del Body Positive, que nació en 2007, propone que todos los cuerpos son bellos y su intención es visibilizar personas con cuerpos diferentes a los ideales de belleza, pero está siendo ahora criticado duramente por una supuesta positividad tóxica.
Básicamente, porque impone un nuevo mandato bastante complejo de cumplir: ama tus defectos.
Porque pretender que amemos lo que se nos ha enseñado a odiar durante tanto tiempo es una descarga de responsabilidad sobre cada individuo y no en el colectivo de la sociedad.
O sea, que tú te puedes repetir mil veces al día que tus lorzas son la pera limonera, pero si después sales a la calle y los mensajes que recibes son justo lo contrario, es posible que vuelvas a sentirte mal y confundida.
Por eso, a continuación, voy a enumerar lo que a mi parecer, como psicóloga y ex-gordófoba, sería conveniente aplicar como sociedad para promover la cultura del respeto y aceptación hacia todos los cuerpos:
- Promover la educación y la sensibilización para crear conciencia sobre la gordofobia y sus efectos negativos en las personas.
- Utilizar un lenguaje inclusivo, respetuoso y no discriminatorio cuando se hable sobre el peso corporal, evitando usar términos ofensivos o peyorativos.
- Reconocer y cuestionar los estereotipos negativos sobre el peso corporal, recordando que la apariencia física no define el valor de una persona ni su salud.
- Fomentar la diversidad corporal en los medios de comunicación, ya que tienen un papel importante en la formación de opiniones y actitudes. Es vital apoyar la representación positiva de personas con diferentes cuerpos en las pantallas y promover la incursión de la diversidad corporal en la industria del entretenimiento y la moda.
- En lugar de centrarse únicamente en la pérdida de peso como un objetivo de salud, es fundamental apoyar y promover estilos de vida saludables para todas las personas, independientemente de su peso corporal.
- La atención médica y los profesionales de la salud deben evitar el estigma y proporcionar tratamientos y recomendaciones adecuados y sin prejuicios por la apariencia del paciente.
- Fomentar la participación de la gente de todas las edades en actividades de concienciación, campañas y eventos que puedan ayudar a difundir este mensaje de inclusión.
- Construir una comunidad compasiva en la que las personas se sientan valoradas y apoyadas, independientemente de su apariencia física, puede ayudar a reducir el impacto de la gordofobia en la vida de las personas.
Y, por último (y ahora sí), el autocuestionamiento.
Porque todos podemos reflexionar sobre nuestros propios prejuicios y estereotipos, incluso los que están arraigados en la cultura popular.
Cuestionar nuestras creencias y actitudes hacia el peso corporal es un primer paso para promover un cambio positivo.
O sea, se puede decir y no es exagerar, que es crucial ir hacia una cultura que celebre que cada una seamos distintas.
Que haya mujeres con curvas y sin ellas. Con pechos grandes o con limoncitos. Que usen una 38, una 40 o una 46 y que no haya diferencias de trato entre unas y otras.
Sería interesante ver cómo desde los colegios se anima a respetar al otro tal cual es, donde el bullying fuese cosa del pasado y donde, a la hora de enfrentarse al mundo, no hubiera barreras por la apariencia.
¡Me muero de ganas por poder verlo!
Pero, ¿sabes qué?
Que nunca podremos conseguir una sociedad así si primero no ponemos nuestro granito de arena. Como te decía más arriba, ese doble esfuerzo como adultas incluye una revisión a nuestras creencias y a nuestra propia aceptación.
¿Qué ves en el espejo cuando te pones delante? ¿Te gustaría vivir en el cuerpo de otra persona en lugar de en el tuyo? ¿Dejas de usar según qué prendas de ropa por miedo a enseñar más carne de la que deberías?
Si has asentido con la cabeza como respuesta a alguna de esas preguntas, sigue leyendo.
¿Cómo dejar de ser una gordófoba con una misma?
Dejar de ser gordófoba con una misma es un proceso que implica un cambio de actitud y una mayor comprensión y aceptación de tu propio cuerpo.
Así de sencillo, así de complejo.
Por aquí te dejo algunos puntos que podrán ayudarte con este arduo trabajo:
- Cuestiona tus creencias y prejuicios: reflexiona sobre las creencias y actitudes negativas que tienes hacia tu propio cuerpo y cuestiona de dónde provienen. Pregunta si estas creencias son realmente tuyas o si han sido influenciadas por los estereotipos sociales y los estándares de belleza poco realistas.
- Cultiva la empatía hacia ti misma: trata de entender y ser compasiva contigo misma, querida. Recuerda que todos somos seres humanos únicos con diferentes formas y tamaños corporales. Aprende a tratarte a ti misma con la misma empatía y comprensión que mostrarías a un amigo cercano.
- Acepta tu cuerpo tal como es: práctica la aceptación de tu cuerpo, recuerda que la belleza se encuentra en todas las formas y tamaños. No hay una apariencia “correcta”. Aprecia las cosas positivas de tu cuerpo y enfócate en lo que es capaz de hacer en lugar de en cómo se ve.
- Deja de compararte con los demás: evita compararte con otras personas. Cada cuerpo es único y no se puede medir con el mismo estándar. Reconoce que las comparaciones sólo pueden reforzar sentimientos negativos sobre tu propia apariencia.
- Practica el autocuidado: cuida de tu salud física y emocional de una manera equilibrada. Esto no significa perseguir una imagen corporal ideal, sino más bien adoptar hábitos saludables que te hagan sentir bien y fortalezcan tu bienestar general.
- Rodéate de personas positivas: busca el apoyo de personas que promuevan una imagen corporal positiva y te alienten a sentirte bien contigo misma. Evita las relaciones tóxicas que puedan reforzar sentimientos negativos sobre tu cuerpo.
- Desafía tus pensamientos negativos: si te encuentras criticando tu cuerpo o teniendo pensamientos negativos sobre él, trata de desafiarlos. Cuestiona la veracidad de estos pensamientos y busca evidencia que respalde una imagen corporal más positiva.
- Busca ayuda profesional: si luchar contra la gordofobia (interna o externa) se vuelve abrumador, busca el apoyo de un psicólogo especializado en temas de imagen corporal y autoestima.
Y aquí es donde entro yo. 😉
Porque es muy posible que al leer estos 8 puntos hayas pensado, “qué fácil decirlo, pero ponerlo en práctica…”
Te entiendo perfectamente, porque yo misma pasé por ahí.
Yo también estuve en guerra conmigo misma durante mucho tiempo y eso me llevó a creerme que toda yo “estaba mal hecha”, que no servía para según qué cosas y casi me acostumbré a vivir escondida.
Pero algo dentro de mí se activó cuando toqué fondo y, gracias a la ayuda de mi terapeuta, hoy soy una mujer completamente feliz con mi apariencia, sea cual sea esta.
A partir de ahí me formé como psicóloga especializada en nutrición emocional y hoy lidero un programa de aceptación corporal llamado “¡Qué Buena Estoy!”, donde ayudo a mujeres que, como tú y como yo en su día, sufren mucho por culpa de la gordofobia en cualquiera de sus representaciones.
Si esto que has leído hasta ahora te ha removido, te animo a que descargues gratis este ebook:
“Una historia triste… con un final apañao’ + 7 recomendaciones de contrapeso”
Donde te cuento cómo conseguí salir de ese bucle de maltrato hacia mi cuerpo y mis emociones. Estoy segura de que te ayudará.
Y ahora, ha llegado el momento de despedirse.
Espero que este post te haya servido de ayuda y que haya despertado en ti las ganas de combatir la gordofobia tanto desde fuera, como desde dentro.
Nos leemos en el siguiente post.
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Y si tienes sugerencias, dudas o alguna aportación interesante a este tema, te leo en comentarios.
¡Hasta pronto!