A no ser que tengas entre 0 y 5 años, es posible que tú también hayas crecido rodeada de estereotipos estéticos que no terminaban de casar contigo y te hacían sentirte insegura.
En mi caso, recuerdo cómo las revistas y los programas de televisión mostraban que la delgadez extrema era la meta a perseguir y todo lo que se saliera de ahí, era caca de la vaca.
Kate Moss fue un referente para muchas de nosotras y, en consecuencia, se empezaron a destapar casos de trastornos alimenticios a punta pala entre las mujeres jóvenes porque habían perdido la conexión consigo mismas y con su cuerpo.
Se castigaban (nos castigábamos) por no ser perfectas.
Más tarde aparecieron revistas como la Cuore en la que se mostraban los cuerpos de algunas famosas en la playa, con lorzas y celulitis.
Y aunque en un inicio hablaban de ellas en tono de mofa, poco a poco se fue haciendo visible que el cuerpo de la mujer es cambiante y que las imperfecciones son más que perfectas.
Fue un cambio de mentalidad que la comunidad femenina necesitaba como el respirar y, gracias a esto, se empezó a gestar el movimiento del body positive.
Ahora bien…
¿Eso quiere decir que se acabaron los problemas de autoestima y de inseguridad con respecto al cuerpo para todas nosotras?
¡Joder, ojalá!
Por desgracia, han sido tantos años de machaque al que nos han-hemos sometido que esto no se borra de un plumazo de nuestro sistema de creencias.
Y es por eso que algunos conceptos, como el de aceptación corporal, son todavía tan desconocidos para la mayoría.
Así que, en este post voy a hablarte de qué es eso de la aceptación corporal y cómo puedes hacer para quererte un poquito más.
Empezamos.
¿Qué es la aceptación corporal?
Como te decía, el body positive fue un respiro para todas nosotras, pero la presión social siguió aumentando paralelamente en redes sociales, en la publicidad y en la sociedad en general.
Por eso, aunque de manera conscientes seamos capaces de entender que los estándares de belleza son inalcanzables, de manera inconsciente seguimos queriendo cambiar nuestro cuerpo por el de otras personas.
A eso se le llama tener una mala relación con tu cuerpo y no, no es precisamente culpa tuya, amiga.
Eso sí, en el momento en que te das cuenta de cómo esta situación está mermando tu calidad de vida, tus relaciones y tu autoestima, es tu responsabilidad empezar a ponerle freno.
Y aquí es donde entra en juego la aceptación corporal.
La aceptación corporal se define como la consonancia entre nuestros defectos y nuestras virtudes y consiste en verse tal y como una es, sin esconder nada, mientras te amas al 200%.
¿Suena fácil? Pues adivina… no lo es.
¿Cuántas veces te has puesto delante del espejo desnuda y te has observado detenidamente, sin juzgar?
¿Cuántas veces te has dejado hacer fotos por otros y te has parado a observarte en esa imagen después, sin criticarte?
¿Y cuántas veces te has probado ropa y en lugar de pensar “voy a por una talla más”, has pensado “tengo que adelgazar”?
Pues eso… que no es fácil.
Pero tranquila, porque te voy a dar las bases para que puedas ir integrando esta gran aliada en tu vida.
Vamos allá.
¿Qué tienes que hacer para aceptar tu cuerpo?
Bueno mujer, ya me entiendes, como tener… no tienes que hacer nada, porque esto de obligación tiene poca.
Eso sí, si lo que quieres es empezar a sentirte mejor contigo misma y con tu reflejo, seguir estos consejos te va a venir estupendamente.
- Haz una lista de todas tus virtudes, no solo físicas. Esa es una buena manera de ser consciente que hay muchas cosas que van más allá de la forma de tu cuerpo.
- Encuentra todas las cosas que te gustan de tu cuerpo. Puede ser el pelo, tus ojos, tu boca, el color de tu piel… Dedícate a decirte lo que te gusta de ti y por qué.
- Toma consciencia de tu cuerpo. Observa tu respiración, si estás cansada, si tienes hambre… aprender a identificar las señales que te va mandando tu cuerpo y si están relacionadas con algo en particular.
- Acepta que tu cuerpo vive en un constante cambio. Y eso está genial, nadie quiere ser un maniquí.
- Comprende que como tú te ves, no es como te ve el resto. Tanto para bien como para mal. Por eso tener presente el amor por tu cuerpo de forma incondicional hará que desprendas una seguridad arrolladora.
Ten en cuenta que esto es un trabajo diario, que tendrás bajones y que habrá días en que te cueste horrores sobreponerte al sentimiento de malestar.
Es normal.
Cambiar la manera de relacionarte contigo misma y con el mundo no es cosa de una mañana, pero ten claro que a base de insistir y de comprometerte con la causa, empezarás a notar cambios significativos realmente pronto.
Todo es cuestión de perspectiva.
Y para hacerte el camino más fácil, puedes apoyarte en estos tips de autocuidado que te harán sentirte la mar de bien.
Apunta:
- Aliméntate como una diosa. Prepárate cosas ricas, coloridas y saludables. Ponle amor a tu plato. Tómate tu tiempo para comer y saborear los alimentos. Alimentarte bien te reconforta por dentro y por fuera y eso refuerza tu imagen corporal.
- Antepón tu descanso sobre todas las cosas. El descanso es todo un ritual y empieza desde que te levantas. Intenta reducir las horas que pasas delante de las pantallas y métete a la cama temprano. Dormir bien es necesario para una buena autoestima.
- Mueve ese cucu. No te digo que te prepares para competir en el próximo Ironman, pero dale un poco de alegría a ese cuerpecito moviéndote con un buen paseo, saliendo a correr o haciendo yoga en casa. Elijas lo que elijas, disfrútalo.
- Revisa tus referentes y tu discurso interno. Rodéate de palabras positivas, de personas que se muestran reales en redes sociales y elije consumir contenido alineado con tu autoconocimiento. Este apoyo es clave para sentirte cada vez más fuerte anímicamente.
Pero… hay algo que te recomiendo más que cualquier otra cosa y que sé a ciencia cierta que funciona: pedir ayuda.
A veces, los problemas relacionados con la imagen corporal y la autoestima son excesivos para llevarlos sin ayuda.
Sé lo que se siente porque yo también pasé por ahí y fue cuando encontré a alguien que me acompañó en mi proceso cuando por fin puede sostener todo este cambio de mentalidad y, por ende, de vida.
Así que…
Empieza en el largo camino de la aceptación corporal apoyándote en la terapia
Si has llegado hasta aquí sin conocerme de nada, te cuento brevemente mi historia y cómo puedo ayudarte en tu caso.
Me llamo Ana Morales y soy psicóloga y coach especializada en nutrición emocional.
Decidí dedicarme a esto y no a otra cosa porque yo misma viví en mis carnes el rechazo hacia todo mi ser.
Eso me llevó a unos estados de depresión que no le deseo a nadie y que me hicieron darme cuenta de todo el tiempo que llevaba desconectada de mí, de mis necesidades y de mi propio cuerpo.
Lo probé todo.
Dietas de todos los tipos y colores, nutricionistas, deporte, pastillas adelgazantes… y nada funcionó.
Hasta que por fin me dejé ayudar de verdad y busqué en la terapia psicológica el paraguas que me permitió aguantar el chaparrón.
Allí me reencontré conmigo misma y me permití abrirme a una nueva etapa en mi vida, una en la que iba a ayudar a otras mujeres que necesitan lo mismo que yo necesité en su día.
Ahí nació mi programa de acompañamiento individual de 12 semanas ‘¡Qué Buena Estoy!’.
En este programa transformador, ayudo a mujeres que están en tu situación a que miren hacia adentro, a que encuentren el motivo de su malestar y a que tomen el timón de su vida a partir de este momento.
Las acompaño hasta que de ellas mismas salga el mirarse al espejo y decir…
“Joder, ¡Qué buena estoy!”
… sin importar lo que diga la báscula ni la talla de su ropa.
Créeme, se puede.
Para conseguirlo solo tienes que estar dispuesta a apostar por ti y a permitirte cerrar viejas heridas, el resto viene rodado.
Pero si ahora mismo estás dudando y no sabes si esto que te estoy contando te va a ser útil, te animo a que te descargues mi ebook ‘Una historia triste… con un final apañao´ + 7 recomendaciones de contrapeso’, donde te cuento más a fondo cómo conseguí dar este cambio de 180º a mi vida.
Quién sabe, lo mismo te sirve de ejemplo y te animas a cambiar también la tuya.
Ha llegado el momento de despedirse.
Espero que este post te haya servido de ayuda y que haya despertado en ti ese amor propio que tantas ganas tiene de debutar.
Nos leemos en el siguiente post.
¿Te ha gustado este post? ¿Conoces a alguien a la que creas que le puede venir bien leerlo? Entonces, no dudes en compartirlo con ella.
Y si tienes sugerencias, dudas o alguna aportación interesante a este tema, te leo en comentarios.
¡Hasta pronto!