Si has aterrizado aquí posiblemente sea porque estás harta de probar dietas milagro, de pasar hambre por las noches y de sentirte culpable por no alcanzar ese “peso ideal” que te marcan las tablas de los nutricionistas.
No pierdes todo el peso que te gustaría y te frustras por llegar tarde, otro año más, a la operación biquini.
Tus amigas con esos tipazos y tú ahí sigues, avergonzada y secuestrada por esos michelines que no se van ni echándolos a patadas.
Con lo guapa que estarías tú con todos esos modelitos que tienes guardados en la wish list de tus tiendas favoritas, ¿verdad?
Jo, qué pena no poder aprovecharlos…
Bueno, quien sabe, igual te tocan mejores cartas en otra vida.
🙄
¡Tsch! ¡EH!
Sí, tú, ¡DESPIERTA!
¡Que todo eso son sandeces!
Toda esa basura que oyes en tu cabeza se llaman pensamientos intrusivos y te están haciendo la puñeta a base de bien.
¿La buena noticia?
¡Que los puedes mandar al guano cuando quieras!
Sé que ahora mismo te parece un reto imposible de alcanzar, pero sigue leyendo y verás como cambias de opinión.
Hay que construir la casa por los cimientos y no por el tejado
Ya, ya lo sé, no te estoy descubriendo América, pero deja que me explique.
A lo que me refiero con esto es a la conexión mente-cuerpo, a esa manera de actuar influenciada por factores psicológicos que se han ido asentando en tu psique desde que formaste tu personalidad.
O sea, desde que eras un coquito.
Todo lo que oíste en tu entorno ha afectado directa o indirectamente a cómo te sientes hoy en tu piel y, si eso no se revisa, da igual las dietas milagro que hagas que jamás conseguirás la plenitud.
Estoy de acuerdo contigo en que lo fácil es inflarte a piña durante 10 días antes de irte de vacaciones a la playa, pero no es efectivo, porque con esos vaivenes a los que expones tu cuerpo lo vuelves loco y se desequilibra.
Y ahí es cuando aparecen los desarreglos hormonales, los desórdenes metabólicos y los correspondientes bajones anímicos por no alcanzar las expectativas de cuerpazo del año (entre otras tantas consecuencias médicas y psicológicas).
Así que, si eres sincera contigo misma, sabrás que llevas tiempo (años) peleando en esta batalla contra tu propio cuerpo y ninguno de los dos estáis ganando.
¿Qué hacer entonces?
Deja al cuerpo tranquilo y empieza a trabajar en la mente.
La mente son los cimientos de tu casa, que es tu cuerpo, y si están podridos ya me contarás tú qué resultados vas a seguir obteniendo.
Así que para de ponerte fecha para perder peso y construye mejores hábitos desde tu interior.
Aprende a quererte y los kilos se irán solitos
Por ejemplo, en lugar de decirte “en enero quiero adelgazar 10, 20 o 30 kilos”, plantéatelo al revés, “cada mes voy a sumar un nuevo hábito positivo a mi vida”.
¿Y en qué consisten esos nuevos hábitos?
En aquello que hasta ahora no habías enfrentado o integrado y que te hace sentirte mal contigo misma.
Algunos podrían ser:
- Aprender a decir NO.
- Dejar de hablarte mal.
- No hacer nada por obligación.
- Acudir a terapia.
- Practicar una actividad física que te motive.
- Bailar.
- Mirarte al espejo estando desnuda.
- Dedicarte un piropo cada mañana.
- Sonreír más.
- Meditar.
- Dejar de seguir a gente que te hace sentir mal en redes.
- Leer contenido nutritivo.
¿Has notado el patrón común que hay en estos 12 ejemplos?
Exacto… ¡Ninguno habla de comida!
Porque la relación que tienes con la comida no es más que la consecuencia de cómo te encuentras en tu interior y eso está estrechamente ligado con el autoamor.
Autoamor, autoconocimiento y autoestima son los tres responsables de que tu vida no gire en torno a la frustración por lo que diga la báscula.
Y todo esto se podría resumir en un solo concepto: la aceptación corporal, esa gran desconocida.
Si haces clic en ese enlace, te llevará al post donde te hablo de ella y donde descubrirás que ninguna dieta puede equipararse a los beneficios que el autoamor tiene para tu cuerpo.
Verás que el papel de la dieta a la hora de trabajar en tu cuerpo es solo circunstancial y que solo funcionará cuando tu relación con la comida sea (de verdad de la buena) sana.
Así que, en respuesta a la pregunta del millón, “¿Por qué no adelgazo?”, te digo:
Reconcíliate contigo misma y encontrarás la manera de vivir en armonía
No, no es el mensaje de una taza cualquiera que me he encontrado por ahí, es el mantra que te ayudará a entender que jugando a ser tu propia enemiga no va a haber forma de ser feliz en tu cuerpo.
Deja de lado las dietas restrictivas y la hora de cardio en el gimnasio y céntrate en escuchar a tu cuerpo.
Insisto: ESCUCHA A TU CUERPO.
¡Él tiene todas las respuestas!
Vamos a hacer un pequeño ejercicio:
Sin tener en cuenta las emociones en esta ocasión (culpa, ansiedad, irritabilidad, etc.), hazte estas preguntas:
¿Cómo te sientes tras comerte un montón de bollería industrial?
¿Qué sucede en tu cuerpo tras un atracón antes de irte a la cama?
¿Qué tal fueron los resultados de tus últimas analíticas?
¿Qué ocurre cuando a lo largo de los años la comida natural brilla por su ausencia en tu cocina?
¿Y qué pasa cuando dejas de comer lo que tu cuerpo necesita durante varios días?
¿Y cuando le cambias la dieta de forma radical?
Déjame adivinar:
- Insomnio
- Indigestión
- Dolor de cabeza
- Agotamiento
- Aturdimiento
- Problemas en la piel
- Hipertensión
- Colesterol alto
- Diabetes
Son solo algunos ejemplos, pero hay más.
Y aquí hago un pequeño inciso: esto no es una oda a la gordofobia, es una manera de mostrarte las consecuencias que ocurren en tu cuerpo cuando te maltratas.
¿Eso quiere decir que todas aquellas personas que tienen sobrepeso no se quieren?
No, quiere decir que estés más o menos gorda, o más o menos delgada (porque en este caso la talla que tengas da igual) lo importante es observar qué te dice tu cuerpo.
Si tu cuerpo habla, chilla y patalea cada vez que tienes una temporada de descontrol anímico, es por algo.
Y aunque hayas crecido creyendo que tu valía depende de tus kilos, te habrás dado cuenta de que es un sinvivir continuo el estar persiguiendo esos estándares imposibles.
A mí también me pasó y por eso hoy me atrevo a escribir estas líneas y a decirte esto:
La psicología nutriemocional no tiene competencia frente a ninguna dieta
Yo era una mujer que ahogaba sus frustraciones y sus penas en donuts de IKEA, con eso te lo digo todo.
Si tenía un día de miércoles, me comía lo que pillara para aliviar ese malestar que me invadía.
Y eso me llevaba a entrar en un bucle infinito de inseguridades, mal carácter y depresión.
Mi relación con la comida empeoró cada vez más hasta el punto de no reconocerme frente al espejo y, tras varios episodios que no le deseo a nadie, decidí ponerme en manos de un psicólogo que me enseñó la relación que existe entre la comida y las emociones.
Ahí sentí por primera vez ese famoso clic mental, lo que me llevó a un viaje de autoconocimiento increíble.
Cada día me doy las gracias por haber cedido a darme esa oportunidad.
Y ahora, soy yo la psicóloga.
Estoy especializada en acompañar a otras mujeres que están pasando por lo mismo para que encuentren la salida y dejen de ser esclavas de su mente para empezar a disfrutar de su cuerpo y de la experiencia de vivir en paz.
Lo hago a través de mi programa ¡Qué Buena Estoy!, donde durante 12 semanas trabajamos en el paso a paso para romper viejos patrones y adoptar los nuevos, siempre bajo mi supervisión y soporte en todo momento.
¡Aquí nadie se queda sola!
Pero también tengo un Club de Buenorras donde comparto cartas de mi puño y letra con reflexiones, historias y aprendizajes de los que se nutren todas las mujeres que están dentro.
O sea, que si te apuntas, recibirás una carta diaria en tu bandeja de entrada para ir haciendo migas con esto de la psicología y el autoamor.
¿Y sabes qué?
¡Que es gratuito!
Quién sabe, quizás estas cartas sean tu clic para enseñarte el verdadero motivo por el que no adelgazas.
Ha llegado el momento de despedirse.
Espero que este post te haya servido de ayuda y que haya despertado en ti la curiosidad por conocerte más.
Nos leemos en el siguiente post.
¿Te ha gustado? ¿Conoces a alguien a la que creas que le puede venir bien leerlo? Entonces, no dudes en compartirlo con ella.
Y si tienes sugerencias, dudas o alguna aportación interesante a este tema, te leo en comentarios.
¡Hasta pronto!