Es posible que estas siglas te suenen a chino mandarín, no te culpo, pero debo decirte que la EMDR es una de las técnicas psicológicas que más progresos consigue gracias a la estimulación ocular de los pacientes. 

Como lo lees.

El Eye Movement Desensitization and Reprocessing, o lo que es lo mismo, la desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, es un tipo de terapia psicológica que se utiliza para desatar nudos en tu cerebro mientras tus ojos siguen un punto fijo (como las puntas de los dedos del terapeuta o un punto que se mueve por la pantalla si la consulta es online).

Parece loco, pero funciona.

Y no es que lo diga yo y me quede tan ancha, no. 

En este artículo voy a contarte cómo y por qué lo hace y, además, cómo se aplica esta técnica tan particular a los trastornos alimenticios.

Quédate conmigo porque aquí hay bastante tela que cortar, amiga.

¿Qué es el EMDR y en qué consiste exactamente?

Como te decía, el EMDR es una forma de terapia psicológica que se utiliza sobre todo para tratar el trastorno de estrés postraumático y otras condiciones relacionadas con experiencias difíciles.

Soy consciente de que la palabra “trauma” suena muy fuerte (y es que lo es) y que tú, si lees esto, puedas pensar que no arrastras ninguno y que estás perfectamente sana, pero me voy a tomar la licencia de discrepar contigo, lo siento mucho. 

Hay tantos traumas como personas andando sobre la faz de la Tierra y eso se debe a la interpretación del mundo que cada uno de nosotros tiene. No hay dos iguales.

Entonces, cuando se habla de trauma nos referimos a una experiencia abrumadora o impactante que puede generar una reacción emocional y psicológica intensa en una persona. 

O sea, que es una situación que te sobrepasa, que no puedes afrontar en ese momento porque no tienes las herramientas necesarias y que se queda ahí, enquistado en tu mente.

Así que, cuando alguien experimenta un trauma puede sufrir reacciones físicas, emocionales y cognitivas variopintas, como por ejemplo: flashbacks, pesadillas, evitación de recuerdos o lugares asociados, ansiedad, irritabilidad, dificultades para dormir, hipervigilancia, sentimientos de culpa o vergüenza, entre otras tantas cosas.

Fíjate que te pongo en negrita aquellas palabras que posiblemente te resulten familiares. Hilando fino desde 19__. ✌️😏

Ya en serio.

Es importante saber que los traumas afectan a las personas de manera individual y que sus manifestaciones pueden variar mucho de un individuo a otro.

Pero indistintamente, la EMDR tiene como misión ayudar a procesar y superar los recuerdos y las emociones negativas asociadas con experiencias traumáticas, seas cuales sean.

¿Y cómo funciona entonces?

Durante una sesión de EMDR, el o la terapeuta guía al paciente a través de una serie de movimientos oculares laterales, y también sonidos o golpes táctiles bilaterales, mientras que el paciente se enfoca en el recuerdo traumático.

¿Por qué?

Porque estos estímulos ayudan a desensibilizar la respuesta emocional negativa asociada al trauma y facilitan la reestructuración cognitiva.

Qué fácil parece dicho así, ¿verdad?

Pero es que, verás, la terapia EMDR se basa en la idea de que los traumas no procesados adecuadamente puedan quedar almacenados de por vida en la memoria, con las consecuencias tan negativas que tiene eso.

Así que, el objetivo es encontrarlos y neutralizarlos.

¿Cómo?

Te lo cuento en el siguiente apartado.

Estas son las 8 fases para una terapia de EMDR fructífera

En la terapia EMDR interviene tanto la mente como el cuerpo, las emociones y las sensaciones, porque atendiendo a todo el conjunto es la única manera de no dejarse nada en el tintero.

Por eso, este proceso de terapia se divide en estas ocho fases:

1. Primer encuentro y repaso a la historia clínica: donde el o la terapeuta recopila información sobre la historia del paciente, incluyendo antecedentes traumáticos y sus síntomas actuales.
2. Preparación previa: se establece una relación terapéutica sólida y se entrenan las habilidades del paciente para afrontar las emociones y los desencadenantes de revivir el trauma.
3. Evaluación del trauma a vista de pájaro: se identifican los recuerdos traumáticos específicos y se exploran las imágenes, creencias negativas asociadas y sensaciones corporales que experimenta el paciente.
4. Desensibilización: se comienza con la estimulación bilateral (movimientos oculares, sonidos, golpes táctiles) mientras el paciente se enfoca en el recuerdo traumático. Esto ayuda a reducir la carga emocional y los síntomas negativos asociados.
5. Siembra de nuevas semillas: se promueve la instalación de creencias positivas y adaptativas para reemplazar las creencias negativas que se originaron en el trauma.
6. Escaneo corporal: se explora las sensaciones corporales para ayudar al paciente a conectar con su experiencia presente y evaluar el progreso en la reducción de la angustia.
7. Cierre: se realiza una revisión y cierre en cada una de las sesiones, asegurándose de que el paciente tenga estrategias de autorregulación para manejar los desencadenantes entre sesiones.
8. Evaluación y repaso: se evalúa el progreso y se revisa el impacto de la terapia EMDR en los síntomas y en la calidad de vida del paciente.

No hace falta que te lo diga, pero es necesario que la terapia EMDR (y cualquier otra, vaya) esté realizada por un psicólogo o terapeuta debidamente capacitado y certificado para llevarla a cabo.

Al menos si quieres garantizar su eficacia, claro.

Y ahora vamos al meollo, a la chicha de este artículo, a lo que verdaderamente nos tiene aquí reunidas a ti y a mí…

¿Cómo se aplica la terapia EMDR a los trastornos alimenticios?

¿Creías que esa relación tan tortuosa que tienes con la comida no tenía nada que ver con un trauma? 

Siento ser yo quien te lo diga, mi vida, pero ahí están pasando cositas y tiene toda la pinta de ser algo más que un mal hábito.

Por eso es mi deber como psicóloga especialista en nutrición emocional contarte cómo esta terapia de EMDR te va a ayudar con este mal trago, nunca mejor dicho.

Lo primero es decirte que aquí nada ni nadie hace milagros, entonces, la EMDR funciona como un complemento a un tratamiento más completo de los trastornos alimenticios.

Sobre todo cuando hablamos de anorexia nerviosa, bulimia o del trastorno por atracón, porque son condiciones complejas que requieren un enfoque multidimensional y la colaboración de diferentes herramientas y profesionales.

Pero en sí, la aplicación de la terapia EMDR en el contexto de los trastornos alimenticios se centra principalmente en abordar los eventos traumáticos que subyacen en tu mente.

¿Te acuerdas de la pistola de la peli de Los Cazafantasmas?

Pues la EMDR sería el equivalente en el campo de la psicología.

Va directa a por las creencias disfuncionales y las emociones negativas asociadas con la alimentación y la imagen corporal y las elimina para dejar que tu cerebro actúe a partir de ese momento sin miedo a revivir algo así.  

Pero su aplicación no es siempre de la misma manera, por eso aquí te pongo tres ejemplos donde esta técnica es muy útil:

1. Procesamiento de traumas relacionados con la alimentación: si existen experiencias traumáticas relacionadas con la alimentación, como el abuso físico o sexual, o el acoso o la crítica relacionada con el peso o la apariencia, la terapia EMDR puede ayudar a procesas y desensibilizar esos recuerdo y las emociones negativas que van asociadas a ellos.
2. Reestructuración cognitiva: la terapia EMDR puede ayudar a identificar y abordar las creencias negativas y disfuncionales relacionadas con la alimentación y la imagen corporal. A través de la estimulación bilateral durante la terapia, se puede promover la instalación de creencias positivas y adaptativas que son parte de la aceptación corporal del paciente.
3. Reducción de la ansiedad y la impulsividad: la terapia EMDR puede ayudar a reducir la ansiedad y la impulsividad relacionadas con los trastornos alimenticios. Al procesar los eventos traumáticos y trabajar en la reestructuración cognitiva, se pueden disminuir los desencadenantes emocionales y promover una mayor regulación emocional.

“Vale, ¿Y ahora qué?”, dirás tú.

Ahora hay que ya sabes que esto existe, es cuestión de dejarse ayudar. Y mira tú por donde, la que escribe puede darte un primer empujoncito. 

¿Cómo? 

Con este test tan maravilloso con el que podrás descubrir qué tipo de comedora eres.

Porque como te decía un poquito más arriba, cada una somos de nuestro padre y nuestra madre y para poder encontrar la herramienta adecuada para ayudarnos a superar un trauma es muy necesario mirar para dentro primero. 

Autoevaluarse, observarse, aceptarse y entonces, ayudarse.

Darse el permiso para abrir la caja de Pandora que lleva cerrada tantos años y empezar a llamar a las cosas por su nombre (ya te digo que esto es un alivio que te c*g*s).

¿Y cómo lo sé? 

Porque yo también he pasado por lo mismo.

Durante mucho tiempo utilicé la comida como una almohada que ahogaba mis traumas y eso me llevó a tener una relación horrible con ella, culpándola de todos mis males. 

Pero bendito el día en que desperté y me di cuenta de que yo tenía la llave para salir de esa cárcel mental que yo misma me había construido. “Solo” tenía que poner todo en orden en mi cabeza para volver a disfrutar de comer y de vivir por completo de nuevo.

Por eso te tiendo este primer cable:

>> ¿Qué tipo de comedora eres? <<

Te animo a que hagas clic en ese enlace y completes este breve test en el que podrás algún que otro cabo de tu situación actual.

Ahora sí, ha llegado el momento de despedirse. 

Espero que este post te haya servido de ayuda y que haya despertado en ti las ganas de superar viejas heridas.

Nos leemos en el siguiente post. 

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Y si tienes sugerencias, dudas o alguna aportación interesante a este tema, te leo en comentarios.

¡Hasta pronto!